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  • Foto del escritorUna Rana

.308

Un cuento de Estrella Plutón


El sueño fue real, las imágenes sólo necesitaban sonar para darle más vida a esa sensación; me encontraba sumergido completamente bajo el agua, apenas tenía impulso para contener las ganas de respirar o de tragar y mi poca conciencia

me hacía luchar. Me sentí desvanecer, mi cuerpo se endureció, se entumecieron mis extremidades, los órganos daban puntadas como si fuesen explotando de a poco. En los próximos segundos sólo experimenté abandono, mientras vomitaba tragaba a la vez y al momento que mi cerebro latía con tanta fuerza el dolor en mi pecho fue insoportable. Todo se fue oscureciendo, de afuera hacia adentro.


Despierto lentamente y el sol de la tarde me trae un extraño recuerdo; En alguna época de juventud fuimos compañeros de muchas aventuras sin poder ser identificados cada cual, es la ventaja de tener un hermano gemelo. En esta particular memoria atravesábamos una arboleda de Quercus, Abetos y Pinos deslizándonos en parcial silencio con el resto de la naturaleza y preparados para la aparición de nuestra presa; era el jaguar más pequeño de la familia aunque

ya nos llevábamos una colección que nos dejaría gran ganancia. Nos detenemos en seco, mi Remington 700 SPS listo, balas calibre .308, en ese instante monto el cerrojo y el proyectil entra a la recámara, mantengo el rifle apoyado en mi

hombro mientras los pájaros van aumentando la tensión en sus aleteos y píos, el viento sopla levemente hacia el oeste, escucho mis latidos y la concentración ya es aliada de la superstición. Entre el variado verde creo observar a mi pequeño

y desamparado yaguareté con la intención de escapar hacia unos grandes robles, lo tengo en la mira de mi visor a unos 90 metros, será un solo segundo para disparar cuando se mueva. Mi hermano suda a mi lado, con un suave movimiento

de dedos le indico que calme su respiración y así lo hace, casi llegando al minuto los pájaros cambian su canto, el viento parece entrar en un vacío y la premonición me avisa, cuento mis latidos hasta 10; 1, 2, 3… en pleno silencio veo al animal correrse unos centímetros de su escondite; 4, 5, 6… analiza el camino pero su ansiedad y el miedo lo hacen dudar; 7, 8, 9… salta justo a la cuenta de 10, aprieto el frágil gatillo y lo perforo justo arriba de su estómago. Más de 90 metros corrimos en busca del joven felino, pudo arrastrarse unos 10 metros hasta morir asfixiado ya que mi calibre preferido perforó un pulmón y le destrozó la columna, tórax y corazón.


Esa noche al volver bebimos y festejamos la hazaña, nos dijimos cuan orgullosos estábamos de ser hermanos y en un pacto casi de sangre creímos que ni la muerte escaparía a estos dos. Una vibración en mi pierna me devuelve al presente, tengo dos llamadas perdidas y una entrante de mi madre, entre llantos

logro entenderle que algo le ha pasado a mi hermano aún no comprendo sus gritos ya que seguramente estaba ebria como de costumbre.

Casi sin vestirme cruzo la calle en dirección a la casa de mi hermanito, aunque éramos gemelos siempre tuve que protegerlo sobre todo de sus propios excesos, su abuso con las drogas y el alcohol nos habían traído demasiados problemas. Llego a la esquina, veo patrullas junto al servicio de emergencias, intenté no asustarme ya que en repetidas ocasiones demostró ser un maldito suicida por depresión crónica y a causa de ello hasta he pensado en acabarlo, pero el siguiente en morir sería yo mismo, no soportaría la pena. En la entrada veo a mi madre maltrecha, las vecinas intentaban consolarla pero ella sólo miraba a la nada en silencio, al acercarme creo que me vio a los ojos pero no supo pedir perdón por habernos abandonado desde la infancia y ser esa adicta que la vida me regaló. Dos uniformados logran detenerme en la puerta diciéndome que están los forenses y un fuerte calor me recorre el cuerpo, me esfuerzo por no explotar de ira, veo demasiado público y comienzo a sentirme agitado. Grito con furia mientras mi madre solo mira perdida, doy un salto hacia un costado de la casa e irrumpo violentamente por un pasillo para dirigirme al patio, hay mas uniformados ahí, los empujo con todas mis fuerzas atravesando una puerta improvisada de madera. Estaban trabajando en la piscina, el agua era más oscura de lo normal pero no veía su cuerpo por ningún sitio; en ese frío instante recuerdo mi pesadilla y escucho la voz de una mujer diciendo que fue atacado por un felino salvaje quien lo arrojó inconsciente y mal herido a la piscina causándole una muerte lenta.


Escrito por Estrella Plutón para Subsuelo.

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